🥩GLUCOSA E INSULINA.
Antes de que la glucosa de los carbohidratos se pueda usar en las células corporales, debe pasar primero a través de la membrana plasmática (capa que rodea y limita el exterior e interior celular) y después entrar al citoplasma (alojamiento de material para desarrollar las reacciones químicas).
La absorción de glucosa en el tubo digestivo y túbulos renales (tubos en el riñón que filtran para eliminar sustancias nocivas y recuperar útiles), se realiza mediante transporte activo, el movimiento de glucosa desde la sangre hacia las células corporales se presenta por difusión (movimiento neto de moléculas o iones de una región de su concentración más alta a una región de concentración más baja, o sea, de más a menos para dar), y la velocidad del transporte de la glucosa hacia las células aumenta en alto grado con la insulina. Ya que la insulina vendría a funcionar como la llave que abre la puerta de un cuarto para que entre la glucosa a la célula y de esta manera disminuir la concentración de glucosa sanguínea (azúcar en la sangre), para así poder recargar de energía fácil de mala calidad y convertir el ADP en ATP agregando un fosfato al ADP.
Esta adición de un grupo fosfato a una molécula se llama fosforilación (ADP + P + GLUCOSA = ATP). Cuándo la persona abusa de los carbohidratos comiendo todos los días pinto, cereal, galletas, bebidas hidratantes, barritas energéticas, arroz, repostería, pastas, caramelos, confites, gel de carbos, panes, postres, yogures, frutas de índice glicémico alto mezcladas o endulzadas con azúcar blanca, gaseosas, bebidas endulzadas con miel o azúcar blanca, etc, satura la llave por hiperglicemia (mucha azúcar en sangre incapaz de resolver por hígado y riñones), o sea, aumenta la demanda de insulina (hiperinsulinemia), sobrecargando el páncreas por sobreproducción pancreática de insulina llevando al desarrollo de diabetes mellitus tipo 2.