ENTRAR A LA PISCINA SIENDO BEBE
Como la piscina brinda tanta seguridad al bebé, debido a que el agua es un medio que ya conoce y en él se sabe mover, los padres siempre se relajan y pueden disfrutar de sus hijos, por lo que el acercamiento es muy rico, permitiendo explorar las emociones (alegría, confianza, seguridad, cariño, deseo, etc.).
Una característica lindísima de los bebés, y que no deja de impresionarnos es el reflejo de natación, esta característica logra que un bebé nade y se pueda sumergir sin tragar agua.
El no tragar agua por parte del bebé, le da la confianza necesaria a los padres para acercarse a sus hijos sin preocuparse de que el bebito sufra una lesión, y al relajarlos la piscina se convierte en un medio de juego y diversión donde el neonato obtiene la posibilidad de disfrutar jugando, haciendo ejercicio.
El ejercicio que permite estar dentro del agua lo fortalece física y emocionalmente, reforzando en el niño su capacidad de experimentar libremente sus sensaciones al sentirse seguro y no con temor.
Cuando al bebé, al niño o al adolescente, los dejan expresar su sentir, éstos podrán aprender todo lo que nuestra sociedad necesite que “memorice”, porque lo importante de la experiencia es que el sentir lo lleva a la compresión de las cosas que los rodean, evitando problemas de aprendizaje y comprensión, como el déficit atencional y la hiperactividad.
La natación ofrece tanta libertad de expresarse que se potencia el intelecto de los bebés al volverlos perceptivos a las sensaciones de sus cuerpos, reconocerlas y aprender a sentir sus cuerpos.
Es por esa razón que un niño amado, donde tiene mayor contacto y atención, puede explorar su sentir, esa experimentación lo lleva expresar sus emociones. Un niño que se le permite expresarse, aprende muy rápido sin decaer su coeficiente intelectual.