🥦LA MALA CONCEPCIÓN DEL COLESTEROL LDL ELEVADO A PARTIR DE LAS GRASAS DE ORIGEN ANIMAL.
Cuando se le recomienda a una persona dejar los carbohidratos, se hace no solo para estabilizar el azúcar en sangre; entendiendo por estabilidad en el metabolismo de los carbohidratos, que los niveles de azúcar en sangre deberían estar entre 68 y 90 mg/dl en ayunas; cuando se ingieren alimentos entre 135 mg/dl y 140 mg/dl (después de comer); y 2 horas después de cada comida deberían volver a bajar de entre 75 mg/dl y 90 mg/dl.
Si se come grasa en lugar de carbohidratos, el azúcar en sangre después de cada comida debería ser menor a 140 mg/dl, y bajar el azúcar en 1 hora o 2 horas después de comer de entre 68 mg/dl a 75 mg/dl, para así lograr una reducción de hasta 16 biomarcadores de inflamación, disminuyendo la susceptibilidad a enfermar, en busca de una mejor regeneración para empezar a sanar por dentro, consiguiendo con ello, ir eliminando la toma de medicamentos.
Para estabilizar el azúcar en sangre, lo que se busca es dejar de consumir carbohidratos o azúcares, dejando de repetir la ingesta de ese tipo de alimentos durante todo el día, donde la dieta no debería contener: las tortillas, los panes, los arroces, los frijoles, los cereales de caja comercial, los refrescos, las mieles, las frutas, los postres y otros alimentos ricos en azúcares, incluidos los endulzantes naturales y artificiales.
En su lugar lo que se buscarán son alimentos ricos en grasas de origen animal, como los huevos, las carnes, los quesos maduros y las semillas con bajo contenido de azúcar, como las pecanas, y las grasas que se pueden usar para freír, como el aceite de coco, aceite de oliva, pero el que no tiene color amarillo pálido similar a los aceites que se usan para cocinar; sin embargo, utilizar la misma grasa de las carnes para freírlas es mejor a nivel de enzimas digestivas, por lo que cocinar en parrilla es mejor.
Si la persona no come carbohidratos dejará de ser un quemador de azúcar; si en su lugar come grasa, los niveles de insulina en sangre bajarán por la poca producción de esa hormona, al bajar la insulina se convertirá en un quemador de grasa.
Si se es un quemador de grasa, significa que la grasa no se guarda subcutáneamente para lucir gordos o gordas, porque constantemente se utiliza como fuente de energía para producir ATP o energía de la siguiente forma: ADP + P + GRASA = 144 moléculas de ATP, y esa producción de energía a partir de las grasas sirve para mantener a la persona delgada y a la vez sin perder la masa muscular.
Si la persona utiliza la grasa como fuente primaria de energía, dejará de utilizar el glucógeno proveniente de la degradación del azúcar como fuente principal, por lo tanto, tampoco se utilizaría la proteína que conforman nuestros músculos para crear energía o ATP, al convertir los músculos en glucosa para generar energía desde la glucosa de la siguiente forma: ADP + P + GLUCOSA = 36 moléculas de ATP proveniente de los carbohidratos o de las proteínas.
En dietas “equilibradas” donde el consumo de carbohidratos es al 65% del 100% del total de la dieta diaria, la persona será una quemadora de azúcar, quiere decir, que también utilizará los músculos para convertirlos en azúcar, si los requerimientos energéticos así lo determinen; en situaciones donde falte glucógeno, por ejemplo, en actividades físicas continuas y uniformes donde las personas corren 2 horas por lo menos 3 veces por semana, andan en bicicleta 5 horas, 3 veces por semana, nadan hasta 2 horas diarias; muchas de las veces como entrenamiento de alto rendimiento deportivo y otras veces en busca del mal llamado peso ideal o índice de masa corporal, que es esa errada medida entre el peso y la estatura (kilogramos ÷ estatura al cuadrado = IMC) que hace suponer a una persona masculina de 1.72 metros de altura y 82 kilogramos de peso con un IMC de 27.7, como una persona con sobre peso u obeso grado 1, agregándole además, afecciones tales como, hipertensión arterial, diabetes y colesterol alto; a pesar de que sus 82 kilogramos de peso, reflejen en una medición de grasa un porcentaje de 14, con una talla de pantalón de 31, luciendo musculoso y delgado, para declararse menos susceptible a los resfriados y con menos percepción de dolores musculares y/o articulares; y aunque los niveles de colesterol LDL y HDL, estén registrados en el examen de sangre, cifras más altas de las recomendadas en un estudio lipídico, esos datos no son sinónimo de enfermedad cardiaca, ya que el colesterol LDL fabricado a partir de grasas de origen animal es un colesterol que no se pega en las arterias.
Esa falta de información, donde el colesterol LDL fabricado a partir de las grasas de origen animal, son partículas de mayor tamaño, que cumplen con mayor efectividad el transporte de nutrientes hacia las células y al no pegarse en las arterias son eficientemente filtrados por el hígado, en comparación al colesterol fabricado por los carbohidratos donde son partículas de menor tamaño y tienden a pegarse en las arterias y con ello agregar el riesgo a una enfermedad cardiaca, es lo que ha hecho que las dietas “equilibradas” quiten las grasas como por ser referidas como las responsables de subir el colesterol LDL; esa escasa información hace suponer que dejando las grasas y aumentando los carbohidratos, la persona tendrá niveles de colesterol LDL estables, sin entender cómo se mencionó anteriormente que el carbohidrato es el verdadero responsable de fabricar el colesterol LDL aterogénico o que se pega en las arterias, aunque los rangos del colesterol LDL estén bajos y se crea que es lo ideal para tener buena salud cardiaca.
El otro punto a considerar, es que en las “dietas equilibradas”, se hace un conteo de calorías, con el errado objetivo de conseguir un peso ideal para estar dentro de los rangos del índice de masa corporal para llegar a un peso ideal; por eso, a una persona de 1.72 metros de altura, se le dice que su peso debe ser de 70 kilogramos, aunque su porcentaje de grasa corporal registre 18%, ya que los porcentajes de grasa aquí, no son tan importantes como conseguir el peso ideal con un IMC de 23.7, al cual se le considerará como un peso normal “alejándolo” de la hipertensión arterial, la diabetes y tal vez de un colesterol bajo, esas afirmaciones se dan porque se ha perdido solamente peso corporal, el cual se ha conseguido perdiendo masa grasa, masa ósea y masa muscular.
Esa percepción de la salud donde la persona no es tan fuerte, al tener menos músculo y menos hueso, pero los exámenes de laboratorio rondan los rangos estables como los ideales, no significa que la persona se sienta bien o esté bien, en otras palabras, ser diabético y tomar medicamentos para bajar el azúcar en sangre no es sinónimo de salud; una cosa es lo que diga el examen y la otra es como responde la persona al entorno en que vive.
Pero según los datos establecidos, lo que digan los números, es lo que se considera como salud, pero que los rangos establecidos den la numeración adecuada, como, por ejemplo, tener el colesterol LDL en 120 mg/dl, no es garantía de salud porque si es fabricado por carbohidratos, igual se pegará en las arterias y a la vez al ser tan escaso el colesterol LDL, será deficiente en transportar nutrientes a las células, generando una especie de anorexia celular.
Que el colesterol LDL, sea elevado en dietas ricas en grasa y bajas en carbohidratos, que el peso sea mayor al recomendado porque se mantiene la masa ósea y la masa muscular con un índice de masa corporal (IMC) de 27.7, no es sinónimo de enfermedad; ya que un colesterol LDL fabricado a partir de las grasas no se pega en arterias, solo cumple su función de nutrir las células y ser filtrado por el hígado, un peso aumentado por crecimiento de la masa ósea y muscular con porcentajes de grasa corporal bajos, significa que la persona es más estable articularmente, con menores posibilidades de reflejar osteoporosis, y más adaptada para responder al entorno, ya que, nutre mejor su cuerpo al tener un colesterol LDL elevado, pero no aterogénico (no se pega en las arterias), eso representa mayor fuerza para desplazarse y hacer las tareas con menos tendencia a los dolores musculares y/o articulares, que maximizan muchas de las funciones que realizamos, en lugar de minimizarlas.
Ese mal manejo de la información o tener la información a medias, hace que algunos piensen o critiquen las dietas bajas en carbohidratos alegando que el cuerpo necesita de los carbohidratos como fuente principal de energía a pesar de solo producir 36 moléculas de ATP en cada ciclo respiratorio, eliminando las dietas altas en grasas y bajas en carbohidratos, donde las grasas como fuente principal de energía pueden generar 144 moléculas de ATP en cada ciclo respiratorio.
El error es no entender el metabolismo del colesterol, ya que existe como se ha mencionado anteriormente, dos tipos de colesterol LDL, uno que se paga a las arterias, aunque los rangos en sangre (exámenes de laboratorio) estén bajos y que el hígado ha fabricado a partir de los carbohidratos en personas quemadoras de azúcar como las que siguen las dietas “equilibradas” donde definen que el 65% de la ingesta nutricional debe ser a partir de frutas, granos, harinas, cereales, y verduras. El otro colesterol LDL que se fabrica a partir de las grasas de origen animal como las carnes rojas, las carnes blancas, y los pescados, aunque los rangos en sangre (exámenes de laboratorio) sean elevados, ese tipo de colesterol no se pega a las arterias porque es más grande y robusto (no aterogénico), ya que las personas son quemadoras de grasa, donde el 65% de ingesta nutricional provienen de las grasas de origen animal y el 10% de ingesta nutricional son vegetales donde la carga de carbohidratos es muy baja, por ejemplo carne roja con brócoli.
Entonces cuando se realiza un examen de sangre para determinar un perfil lipídico, y el mismo marca niveles altos en el colesterol LDL se advierte “riesgo”. Sin embargo, lo ideal sería determinar: ¿cuántas partículas de ese colesterol se pegan a las arterias y cuántas partículas de ese colesterol no se pegan? Antes de enviar una prescripción que altere el metabolismo del colesterol en busca de que el hígado produzca menos colesterol LDL, super importante para que nuestros órganos puedan nutrirse.
Si no existe un conocimiento donde se pueda hacer la diferenciación entre el colesterol LDL aterogénico = azúcar vs el colesterol LDL no aterogénico = grasas, se puede crear un temor en las personas que muestran un incremento en el colesterol LDL mal llamado colesterol malo.
Llamar a la totalidad del colesterol LDL malo, cuando entendemos que las partículas grandes no se pegan y las partículas pequeñas si se pegan es un error, porque puede ser que una persona tenga el colesterol LDL en 270 mg/dL y la mayoría de sus partículas son grandes evitando el riesgo pero aumentando la nutrición de sus órganos y otra persona podría tener el colesterol LDL en 130 mg/dL pero la mayoría de sus partículas son pequeñas entrando en un riesgo mayor a la persona que tiene el colesterol LDL en 270 mg/dL, agregando una mala nutrición a sus órganos.
Esa falsa expectativa de que al comer grasas crea un incremento en el colesterol LDL “malo”, definitivamente atemorizará a las personas, de esa forma se satanizan las grasas saturadas y se le da libertad al consumo de carbohidratos para que cambien su dieta a comer azúcar, eso explica como el desayuno típico de los norteamericanos, que era huevo con tocineta, cambió a cereal de caja, con leche y agregando azúcar blanca de mesa para obtener personas que en lugar de empezar el día con grasas, lo empiezan con azúcar, convirtiendo todo en grasa de la que no se puede usar por ser quemadores de azúcar y con ello engordando a la población, donde irónicamente se pierde el peso ideal y los índices de masa corporal que registran obesos tipo 3, de los cuales la mayoría son consumidores acérrimos de medicamentos estatínicos para bajar el colesterol o interrumpir erróneamente el metabolismo del colesterol, bajando calidad nutricional celular, para supuestamente tener un corazón lejos de sufrir enfermedad cardiaca y una salud buena aunque la mayoría presenten resistencia a la insulina para consumir medicamentos que acepten el azúcar.
No obstante, el metabolismo grita que ya no puede más con tanto carbohidrato y esa es la razón de la resistencia a la insulina.
Pero elevar el colesterol LDL “malo” en dietas bajas en carbohidratos y altas en grasas es más humo que fuego, ya que la teoría del colesterol LDL aterogénico o que se pega en las arterias para formar el ateroma o la grasa alrededor de los vasos sanguíneos no funciona aquí. Un incremento leve o moderado en el LDL total no debe ser preocupante si otros marcadores lipídicos e inflamatorios han mejorado dramáticamente bajo una dieta baja en carbohidratos. Por ejemplo: si sus triglicéridos bajan considerablemente con una dieta baja en carbohidratos (lo que casi siempre ocurre por no decir siempre), lo más seguro es que también haya disminución de las peligrosas partículas de LDL más pequeñas o aterogénicas (que se pegan) fabricadas con dietas bajas en grasas y hechas a partir de dietas “equilibradas” con carbohidratos.