🧈COLESTEROL LDL.
Llamar al colesterol de bueno o malo es un asunto de forma y no de fondo ya que es un esterol compuesto de átomos de carbono, un lípido insoluble en agua, no polar. Es un tipo de grasa esencial que se encuentra en los tejidos corporales como por ejemplo: en los músculos, en los nervios, en el plasma de la sangre o el agua que corre por arterias y venas, en la membrana plasmática que es la capa o bicapa que delimita toda la célula, para dividir el medio extracelular, del intracelular (citoplasma), es decir, delimita toda la célula para mantener el equilibrio entre el interior y exterior de las células, regulando la entrada y salida de muchas sustancias (“control de aduanas”).
El colesterol es denominado lipoproteína de baja densidad o LDL, el cual se encarga de transportar nutrientes a todo el cuerpo, sin él sería casi imposible llevar comida a nuestras células para mantener su función normal y poder vivir, es por eso que debemos tener presente que el colesterol es esencial para la vida; reducir la síntesis del colesterol farmacológicamente o con dietas “light” puede ocasionar fisiopatologías más graves que las que se desean prevenir o curar como las relacionadas al colesterol LDL alto fabricado a partir de los carbohidratos.
Hay que entender que el colesterol LDL fabricado a partir de dietas “EQUILIBRADAS”, donde se distribuyen: 65% carbohidratos, 20% proteínas y 15% grasas, es un colesterol que básicamente se forma a partir de los carbohidratos, ese colesterol LDL son partículas más pequeñas, con ciertas características que hacen llamarse colesterol LDL malo, porque residen más tiempo en la circulación y tienen susceptibilidad al estrés oxidativo de los radicales libres, también penetran más fácilmente la pared arterial, contribuyendo a la ateroesclerosis. Sin importar la concentración de dichas partículas pequeñas = carbohidratos o colesterol LDL del malo, la persona tendrá siempre el riesgo de PEGAR la grasa en arterias, trayendo consigo problemas cardiovasculares relacionados con la aterosclerosis, en otras palabras no importa si el colesterol LDL fabricado a partir de los carbohidratos, este bajo con rangos menores a 100 mg/dL o por el contrario este alto con rangos que van desde 130 mg/dL hasta 190 mg/dL, sin importar si está bajo o alto, se va a pegar por ser partículas pequeñas fabricadas a partir de cualquier carbohidrato llámese “buen” carbohidrato o “mal” carbohidrato, el azúcar fabrica colesterol LDL ATEROGÉNICO (que se pega en las arterias).
Por el contrario, durante dietas bajas en carbohidratos, donde no se comen frutas con la excepción del coco y el tomate, tampoco se come granos, cereales, arroces, verduras, pastas, repostería, golosinas, gaseosas, postres, azúcares de mesa y otros carbohidratos; y en su lugar se prefieren las carnes rojas, las carnes blancas, los mariscos, los vegetales, el agua y cualquier alimento que no sobrepase los 4 gramos de carbohidratos por cada 100 gramos de contenido, las partículas de colesterol LDL serán más grandes, NO ATEROGÉNICAS (no se pegan en las arterias) y la concentración de colesterol LDL aterogénico será menor, mejorando la condición cardiaca.
Durante una dieta baja en carbohidratos podría experimentarse un incremento en el LDL total y no tiene nada que ver con la típica teoría aterogénica del LDL. A gran escala, y particularmente para las personas con síndrome metabólico o el grupo de factores de riesgo que arrastra hacia la enfermedad cardiaca, la diabetes y otros, el LDL es más humo que fuego.
Un incremento leve o moderado en el LDL total no debe preocupar si otros marcadores de lípidos e inflamatorios han mejorado drásticamente ante una dieta baja en carbohidratos; por ejemplo, si los triglicéridos bajan considerablemente, lo más seguro es que también haya disminución de las peligrosas partículas más pequeñas de LDL, aunque el colesterol total LDL haya aumentado.
Entonces tener muchas partículas pequeñas de colesterol LDL, significa un riesgo aumentado para padecer enfermedad cardiaca, comparado con las partículas grandes de colesterol LDL. Para saber cuánto riesgo existe se debe realizar un examen diferente al rutinario, se debe usar una técnica basada en resonancia magnética nuclear, que logra determinar de manera directa el perfil lipídico habitual, así como el número, tamaño de partículas y composición de colesterol y triglicéridos de las principales clases y subclases de lipoproteínas (VLDL, LDL, HDL) y la ultra centrifugación para separar por tamaño y densidad.
Evaluar el colesterol LDL a partir de los triglicéridos no es un método seguro, ya que la estimación del VLDL es igual a los triglicéridos (mg/dL) dividido entre 5 y esa proporcionalidad no es constante y los errores del cálculo de LDL son significativos cuando los triglicéridos están arriba de los 400 mg/dL. Sin embargo, debe comprenderse que un nivel de triglicéridos plasmáticos bajos gracias a no consumir carbohidratos es una condición muy relevante cuando interpretamos la repuesta del LDL a una dieta baja en carbohidratos.
Si se usa la fórmula tradicional de William Freidewald, donde se busca la medida del colesterol total, el HDL y los triglicéridos para determinar si existe riesgo cardiovascular la cosa es ficticia y el diagnóstico erróneo, aún más si se usa para determinar el colesterol LDL en dietas bajas en carbohidratos. Quiere decir, que si el colesterol LDL se calcula como colesterol total menos la suma del HDL y el VLDL (LDL = total colesterol – [HDL + (TG/5)], estaríamos en una suposición de que el colesterol VLDL es igual a los triglicéridos divido entre 5, pero esta presunta proporcionalidad no es constante y se dan errores de cálculo para el LDL; hay un dato documentado donde un hombre tiene los triglicéridos en 55 mg/dL y una estimación del LDL en 172 mg/dL, usando la fórmula tradicional de Freidewald; pero cuando se le midió con 2 métodos directos separados, su LDL era de 126 mg/dL.
En una dieta baja en carbohidratos podríamos suponer que se da una reducción de los triglicéridos de 200 mg/dL a 75 mg/dL y sin cambios en el HDL, si se usa la fórmula de Freidewald aumentaría de 100 a 125 mg/dL, y si no se usa el método de medición directa del LDL, hay un gran potencial de error en la estimación del colesterol LDL, y ese terrible error puede llevar a la persona a tomar estatinas para bajar el preciado colesterol LDL, importantísimo para que las células coman.
Iniciar una “terapia” hipolipemiante en el manejo del riesgo cardiovascular ateroesclerótico cuando las cifras del colesterol LDL están por encima de las guías estándar, es un asunto de mucho cuidado y no debe tomarse a la ligera. Sin duda alguna, las estatinas bajan marcadamente el LDL, y el mayor beneficio con este tipo de fármaco se da por reducción en la inflamación, más que por una reducción del LDL por lo tanto, si una dieta baja en carbohidratos reduce hasta 16 biomarcadores de inflamación habría menos necesidad de un fármaco; ya que cualquier estatina para reducir el colesterol tiene efectos secundarios no deseados y puede disminuir la producción de energía o ATP en las mitocondrias celulares necesaria para vivir, al tener menos transportadores de nutrientes (colesterol LDL) cuyos síntomas se manifiestan fundamentalmente en los tejidos con mayores requerimientos energéticos como el cerebro que a futuro podría tener una enfermedad de muerte como el Alzheimer o padecimientos más prontos en los músculos más alejados del corazón como calambres y dolores en piernas porque se disminuye la ejecución del músculo esquelético; manifestándose en deficiencias para correr, a veces para estirar, o levantar peso en ejercicios contra resistencia, gracias a la pronta fatiga muscular.