Para muchos el sexo oral puede ser la expresión más sincera de la atracción hacia otra persona, es la forma más pura de disfrutar y hacer disfrutar a la pareja. La razón para ello nace de la forma en que naturalmente y desde el inicio de nuestra vida, buscamos el contacto físico, las caricias y la estimulación que la conexión con alguien significativo nos hace sentir.
Por lo mismo, igual desde el inicio, vinimos cableados con neuronas dopaminérgicas, consideradas como neuronas del placer, para ser sensibles a las diferentes caricias, tocamientos y estimulaciones mediante las cuales se obtienen la sensación de satisfacción y bienestar.
Las primeras áreas ya listas y maduras para recibir y dar se encuentran principalmente en la zona bucal, por ende, sabemos percibir y vamos desarrollando aún más nuestras capacidades para succionar, morder, lamer, chupar con el fin de alcanzar placer y deleite, al lado de la conexión y estimulación.
La conexión que se genera es profunda ya que nuestra boca y nuestra lengua son medios utilizados para alimentar nuestro cuerpo cuando ingerimos alimentos en busca de sentirnos bien, mientras nos damos placer.
Si comer es un placer que nos vitaliza, nos relaja y nos acerca a otras personas en busca de comer en compañía; “comernos” en la intimidad, también va a elevar nuestro nivel energético al disparar y potenciar la líbido. El “juego del amor” es un proceso neurológico que tiene lugar en el cerebro, en distintas partes de éste: hipotálamo, sistema límbico, corteza prefrontal, núcleo accumbens y corteza orbitofrontal, cual es fundamental en la codificación del placer y en aspectos diferentes del procesamiento hedónico; mientras que el amor y el deseo sexual se activan en áreas del núcleo estriado.
Cuando nos gustamos y nos deseamos tener sexo oral es una experiencia penetrante. A pesar de que los expertos aseguran que la estimulación oral de partes del cuerpo que no sean los genitales, como besar o lamer las rodillas no es sexo oral, la ruta a seguir por el muslo interno hasta llegar a la vulva y a la vagina (cunnilingus) o al pene (felación) y los testículos es un maravilloso preámbulo para disfrutar del sexo oral.
Neurotransmisores, hormonas y neuropéptidos como serotonina, dopamina, endorfinas, adrenalina, noradrenalina, histamina, opioides, GABA, estrógenos, testosterona, progesterona vienen en apoyo y modulan la estimulación y función sexual.
Si se llega a la vulva, el clítoris se encuentra en su parte superior, donde se unen los labios menores formando el capuchón o la piel que cubre la punta del clítoris, exactamente como el prepucio del glande o la cabeza del pene, de igual manera el clítoris se pone erecto.
Un clítoris erecto da la posibilidad de lamerlo o succionarlo con delicadeza, no todas las mujeres son candidatas a que se les retraiga el prepucio para darle sexo oral por su gran sensibilidad al poseer entre 9,852 a 11,086 terminaciones nerviosas de placer, pero si entendemos a nuestra pareja, lamer y succionar el clítoris dará mucho placer orgásmico, retrayendo en algunos casos el capuchón y en otros casos no.
El glande del pene con 4,000 a 6,000 terminaciones nerviosas de placer, hace suponer que lamerlo y succionarlo es lo mejor, pero al igual que las mujeres no todos los hombres pueden recibir una succión directa, en ese caso es mejor lamer la punta del pene con delicadeza y morder el cuerpo del pene combinando pasar las uñas hasta su base, para estimular los testículos que poseen entre 6,000 y 8,000 terminaciones nerviosas que se pueden usar para incrementar la sensación placentera, pero al ser tan sensibles, succionarlos puede causar dolor, es mejor lamer con suavidad mientras se combina con pasar las uñas suave, ese tipo de maniobra puede aumentar la producción androgénica para elevar significativamente la testosterona aumentando la erección. Esta hormona es igualmente clave en la función sexual femenina.
Es importante la participación del cerebro en la producción del placer y el bienestar a partir de la liberación de la dopamina, que genera sensaciones altamente placenteras, a las que se unen emociones de felicidad y alegría, gracias a la presencia de serotonina y endorfinas, de manera particular la oxitocina, a la cual le debemos el deseo de conexión, la expresión amorosa con la mezcla de placer que incrementa complicidad, afecto y confianza con la otra persona.
Los labios vaginales son dos; los externos que son pliegues en el exterior de la vulva, donde crece vello púbico y los internos que son pliegues más cercanos a la vagina donde no crece vello púbico. Comienzan en el clítoris y terminan debajo de la abertura vaginal.
Estimular los labios menores desde su parte superior que inicia desde el clítoris, hasta finalizar en el perineo, es una sensación muy agradable, pasar la lengua por todo su contorno hasta llegar a su parte inferior donde se puede realizar presión con la parte posterior del vértice o punta de la lengua, dirigiéndola con firmeza hacia el perineo como si se quisiera estirar la parte inferior del labio, relajará la zona mientras produce mucho placer ya que están inervados por ramas del nervio ilioinguinal y genital en su parte anterior que estimula la relajación lumbar y por ramas pudendas en la parte posterior que estimula la relajación sacra.
Los labios menores son más sensibles que el introito vaginal, en cuanto a sensación y sensibilidad están en segundo lugar detrás del clítoris; por lo que el sexo oral los puede congestionar para lucir hermosamente turgentes, triplicando su grosor, lo que puede dar una caricia muy significativa al pene durante el coito.
Tanto el hombre como la mujer pueden recibir mucho placer desde el sexo oral, el cual debe realizarse con suavidad, delicadeza y mucha intención conexión y amor.