Las parejas anhelan irse a la cama, desnudarse en busca de sexo. Esa idea se tiene muy presente, sin embargo, la mayoría no se toman el tiempo para llenarse de la energía del otro, más se busca una liberación de esta en lugar de un llenado.
Tomarse el tiempo para disfrutar a la otra persona en lugar de buscar una descarga es la clave para que la energía fluya en ambas partes.
Bajar los impulsos para permitir abrir canales en ambos lados generará un enriquecimiento para llegar a la resonancia, ese lenguaje natural que nos permite fluir sin necesidad de un protocolo con expectativas.
El contacto es un asunto de cargar nuestro sistema de esa bioenergía, necesaria para que tenga lugar una reacción bioquímica y a partir de ella regenerar el organismo. Por ejemplo, para obtener un producto como la testosterona se requiere de bioenergía + pH + oxígeno + temperatura + reactivos + catalizadores enzimáticos + catalizadores no enzimáticos = testosterona.
La bioenergía es un flujo de energía desarrollado desde el deseo, el cual nos impulsa a realizar las cosas desde el estímulo de emociones tales como el entusiasmo, la alegría, el ánimo, la pasión y similares, que conducen a una reacción que dispone al organismo a la posibilidad de una experiencia favorable gracias a la presencia de neurotransmisores tales como oxitocina, norepinefrina, vasopresina y serotonina, ya que promueven la conexión y el despertar sensorial. En poca presencia de ellas, el deseo puede emerger del simple impulso de rápida satisfacción con presencia de DOPAMINA, que conduce a la búsqueda de placer y recompensa. Ello no indica necesariamente la plena satisfacción en ausencia de juego inicial de caricias, tocamiento, estimulación, desarrollo de lenguaje corporal que estimule la atracción y la apertura a la intimidad dando paso a un encuentro más espontáneo, fluido y natural.
Sin estos ingredientes fundamentales corremos el riesgo de no acoplar, ir a ritmos y tiempos diferentes, generar incomodidad y tornar el deseo en tensión, agobio, obligación, claro malestar y displacer, que puede conducir a una bajada de la testosterona durante el encuentro sexual en lugar de elevarse.
Si logramos bajar nuestros impulsos para permitir elevar la energía sexual, el cuerpo va a despertar para intensificar su potencia.
Permitir, gracias a un acto sexual, intensificar el potencial energético del mismo significa que la energía masculina y la energía femenina interactúan coherente y rítmicamente. Si las pudiéramos observar, la energía del hombre sería lineal y la de la mujer en forma de espiral. Cuando la espiral rodea a la lineal se da un balance que en medicina tradicional china se conoce como la danza armónica entre el yin-yang.
Si las experiencias sexuales carecen de intimidad, la bioenergía será deficiente, por lo tanto, se dará una descarga del impulso sexual en lugar de un llenado de energía. Esa forma de tener sexo lleva a la insatisfacción, a una sensación de vacío y necesidad impulsiva de poder llenar. Se debe a que la DOPAMINA que, aunque inicialmente eleva rápido la excitación luego cae vertiginosamente sino no encuentra una clara satisfacción.
La intimidad es la apertura emocional y la aceptación entre las partes en todos los aspectos de la relación. La falta de intimidad por lo tanto traerá problemas durante la experiencia del encuentro sexual.
Debemos eliminar el concepto de que tener sexo es un pasatiempo o una actividad física que se puede reemplazar por un deporte. Eso de mencionar que para tener buen sexo se necesitan horas cama, al igual que en un entrenamiento deportivo, es un concepto erróneo.
El sexo no es deporte o pasatiempo; es un camino para aumentar la intimidad emocional y mejorar la compatibilidad física, pero el sexo que carece de intimidad también puede restar valor a la conexión emocional en una relación.